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Cuando la rutina parece esclavitud para los jóvenes jugadores de baloncesto

Niño (10 años de edad) solo con un balon en una cancha de baloncesto


¿Dónde quedó mi libertad? 


Hace poco, un joven basquetbolista, de apenas 10 años, me compartió algo que me dejó reflexionando profundamente.  


Me dijo que sentía que su libertad se había esfumado. 

 

Que antes, cuando era más chico podía jugar sin preocupaciones, recibir más atención, y que ahora todo parecía una lista interminable de deberes, como por ejemplo, cepillarse, bañarse y ordenar su habitación.  ¡Es como estar esclavizado!, replico el chico. 


Este sentimiento no es raro entre los niños que comienzan a enfrentarse a nuevas responsabilidades. La transición de la infancia despreocupada a una rutina más estructurada puede hacer que los pequeños jugadores perciban la pérdida de libertad. 


Antes, el juego era espontáneo, lleno de risas y momentos de diversión sin límites. En cambio, ahora sus días parecen llenarse de tareas y obligaciones, dejando poco espacio para lo que realmente les apasiona. 


Por lo tanto, las palabras de este joven me invitan a reflexionar sobre como él empezaba a descubrir lo que cuesta crecer y sobre cómo la rutina y las obligaciones pueden pesar en la vida de los niños, en la que es importante reconocer sus emociones y ofrecerles apoyo, ayudándoles a gestionar sus responsabilidades sin perder el sentido de alegría y libertad que caracteriza su infancia. 


“Cuando la rutina parece esclavitud para los jóvenes jugadores de baloncesto, es momento de ayudarle a transformar esa percepción en una oportunidad de crecimiento” 

La lección de David acerca de la rutina

 

David, conocido por muchos como el joven pastor que más tarde se convirtió en rey, es un claro ejemplo de cómo la rutina puede preparar a una persona para grandes desafíos. Antes de enfrentarse a Goliat, David llevaba una vida aparentemente sencilla, en la que cuidaba ovejas, las protegía de peligros como leones y osos, tocaba el arpa y dedicaba tiempo a la oración.  


Estas actividades, lejos de ser glamorosas, formaban parte de su día a día y fueron fundamentales en su desarrollo personal. 


Lo más importante es que David no veía sus tareas como una carga. Al contrario, las vivía con motivación y dedicación.  


La manera en que David afrontaba la rutina fue lo que le permitió estar listo cuando se presentó un gran desafío en su vida. En vez de quejarse, supo aprovechar cada experiencia y repetición para hacerse más fuerte y crecer. Por eso, cuando llegó la ocasión de demostrar su valentía y habilidades, estaba preparado para afrontar cualquier obstáculo que se le pusiera por delante. 



El Poder del Hábito 


Desde la ciencia del cerebro sabemos que este órgano disfruta de la rutina cuando repites una acción, tal como cepillarte los dientes, botar el balón con la izquierda u ordenar tu habitación. 


El cerebro va creando un atajo al que llamamos hábito. Al principio hacer la tarea requiere esfuerzo, pero cuando ya se convierte en costumbre, tu cerebro la realiza casi sin pensar y así te queda energía para otras cosas. 


Imagina hijo, si cada vez que botaras el balón tuvieras que concentrarte solo en eso. 


Nunca podrías fijarte en dónde están tus compañeros o en cómo superar al defensa. Pero si botar el balón ya es un hábito, tu mente puede enfocarse en planear la jugada perfecta.


Si haces tus tareas, como arreglar tu cama, sin que te lo pidan, evitas peleas y no molestas a nadie. Así tienes más energía para cosas divertidas, como sacar buenas notas o jugar deportes.


Seguir una rutina te ayuda a pensar mejor y hacer todo más fácil. 


Una mirada del Sabio baloncesto 


Esta idea de usar el poder del hábito para alcanzar una libertad mayor no es nueva. Hace miles de años, se escribió algo muy importante en la Biblia que nos lo recuerda.


El apóstol Pablo, un hombre que conocía la disciplina del entrenamiento mental y espiritual, escribió a una comunidad:

 

"Porque ustedes, hermanos, a libertad fueron llamados; solo que no usen la libertad como ocasión para la carne, sino sírvanse por amor los unos a los otros." (Gálatas 5:13, RVR1960) 

La "libertad para la carne" es hacer lo que quieres en el momento, sin pensar en las consecuencias (como dejar tu cuarto desordenado, o no practicar tu tiro). La verdadera libertad, a la que fuiste llamado, es la que te permite servir (a Dios, a tu equipo, a tu familia, y a la mejor versión de ti mismo) a través de la elección consciente. Tu rutina de limpieza, de orden y de entrenamiento te hace libre para ser un mejor hijo, un mejor deportista y, sobre todo, una mejor persona. Estás usando la libertad para construir, no para destruir o estancarte. 


 


Tres consejos prácticos para los niños basquetbolistas 



a. Convierte el "Tengo que" en "Elijo hacer"

En vez de decir 

Más bien di

Tengo que bañarme 

Elijo ser limpio y disciplinado 

Tengo que lavar mis interiores 

Elijo lavar para ser autosuficiente y ayudar a mi familia 

Tengo que practicar el tiro libre 

Elijo practicar para asegurar la victoria 

Tengo que orar 

Elijo orar para agradecer lo que tengo 


  1. Encuentra aliados: Habla con tus padres, amigos o entrenadores cuando te sientas atrapado. Compartir tus sentimientos te ayuda a ver las cosas de otra manera. 

  1. Premia tu esfuerzo con alegría: Cada vez que completes una tarea sin que te lo pidan, celébralo. Dibuja una estrella, haz un baile de victoria, o dile a tus padres: “¡Hoy fui libre!”. Reconocer tu esfuerzo te hace más fuerte. 


 


Mini desafío 


Esta semana, elige un día para cambiar algo en tu rutina, como hacer los deberes escuchando tu canción favorita, juega al baloncesto inventando un nuevo movimiento, o invita a un amigo a entrenar contigo. 

 

Calidoso/a, no le huyas a la rutina; transfórmala. Recuerda que la libertad no es la ausencia de reglas, sino la capacidad de elegir las reglas que te llevarán a tu mejor versión. 

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¡Mungu Akubariki!


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